Pues sí, estás leyendo bien. Que te aburras, que pares, que frenes. Que seas improductivo, al menos un ratito al día.
Pensarás que me he vuelto loca. No me extraña. Pero no, todo bajo control por aquí. No sé si te pasa que a veces te invade un sentimiento de inutilidad si no estás ¨aprovechando el tiempo¨. A mí a veces si, y no es sano del todo precisamente. Últimamente parece que la sociedad nos lleva al consumo infinito de sensaciones. Y si no las tienes, estás vacío.
¨Exprime el momento¨. ¨Aprovecha al máximo¨. ¨Disfruta de cada instante¨. ¨Viaja¨. ¨Prueba cosas nuevas¨. ¨Vive¨. ¡Qué estrés por dios!
Nos vamos de vacaciones y si no hemos visitado tropecientos mil sitios y hecho cincuenta mil fotos (y subido a redes sociales) parece que no nos hemos ido. ¿Os acordáis de los veranos interminables cuando íbamos al cole? ¿Cuándo lo máximo que teníamos que hacer era un cuadernillo de vacaciones Santillana? ¡Qué tiempos aquellos! Cuando nos ABURRÍAMOS.
Y un día te haces adulto y ya no te lo permites. Todo es ser productivo, no procrastinar, no parar…
Está demostrado científicamente que es sano para los niños aburrirse. Tener tiempo para no pensar en nada ayuda a gestionar la frustración. Aburrirse ayuda a fomentar la creatividad. (Cuántas tardes de verano de extremo aburrimiento hemos acabado jugando y creando historias inimaginables, CREANDO recuerdos maravillosos). Aburrirnos nos proporciona desconexión y descanso, estimula el autoconocimiento. Entonces, ¿por qué está tan denostado el aburrimiento? ¿Por qué nadie quiere aburrirse?
¿A QUÉ TENEMOS MIEDO?
Por cierto, aburrirse nos ayuda a encontrar soluciones alternativas a todos esos problemas ¨de mayores¨ que nos traen de cabeza en el día a día…